domingo, 3 de marzo de 2024

BUEN VIAJE CAMARADAS, HA SIDO UN PLACER

Hay aventuras en las que uno se embarca en las cuales, cuando la divina providencia nos ha bendecido, no se necesita vislumbrar el lugar de destino ni la duración de la travesía. Así fue mi arribo a Pulphing. Solo tenía claro que el viaje sería profuso en enseñanzas y buenos momentos.
En estos 3399 días de correrías mucho de esas expectativas se cumplieron y no queda más que agradecer. Recuerdo – pese a mi mala memoria – muchos momentos desafiantes, estresantes, alegres, chispeantes y jubilosos. Recuerdo – pese a mi doliente memoria – cuando solo éramos 3 contra los molinos de viento. Recuerdo – pese a mi estropeada memoria – cuando tenía 3 días de descaso y reflexión por semana. Recuerdo – pese a mi dañada memoria – cuando se alinearon los astros para la formación de la banda de rock más disruptiva de los últimos tiempos (éramos un baterista, un bajista y un guitarrista con una voz angelical), la cual no supimos lanzar al estrellato. Recuerdo – pese a mi marchita memoria – la llegada de cada uno de mis condiscípulos, triunfantes ellos después de haber pasado el implacable proceso de reclutamiento y selección de 13 etapas del Dr. Quelop. Recuerdo – pese a mi deslucida memoria – al equipo funcionando mejor que reloj suizo, … eficaz y eficiente. Recuerdo – pese a mi descaminada memoria – tantas anécdotas y sucesos que extenderían en demasía este breve testimonio.
Pero los vientos a veces no soplan como uno quiere sino como la matriz así lo desea, y navegar a barlovento se hace dificultoso. En tal caso, es bueno bajarse en el puerto más cercano, reflexionar en la cantina tomándose una buena Coca-Cola sin azúcar, y hacer lo que todo hombre cuerdo pelo en pecho haría: buscar otra aventura.
Dejo a mis camaradas con mucha tristeza. Es un muy alto costo para mí. Trabajar con un equipo tan destacado, al que le tengo mucho apego, no es algo que se dé por defecto, y lo aprecio; mis aprendizajes han sido muchos. Sepan todos ustedes que espero haya podido guiarlos y acompañarlos en estos años de buena forma, ojalá algo les haya enseñado, los haya motivado un poco a ser mejores personas y profesionales, y, sobre todo, espero siempre revisen los pies de página. Un abrazo a esta valiosa tripulación: R. Alvarado, J. Parraguez, G. Arenales, R. Nazario, J. Torreja, G. Rojas, D. Mauritz, J. Aquevedo, R. Morenstein y el magnánimo S. Barreto. Les deseo les vaiga muy bonito.
Finalmente, mis últimas palabras en esta despedida las tomo del gran Jorge González, quien, al momento de tirarse del noveno piso de su hotel hacia una piscina, nos señaló: “separarse de la especie por algo superior, no es soberbia, es amor… poder decir adiós, es crecer”. 

Siempre suyo, Hugo. 
(Y recuerden, no soy rencoroso)

No hay comentarios: