miércoles, 18 de agosto de 2010

FELIZ DE PERDER, POR UN RATO NO MUY LARGO

Hay momentos en la vida en que uno no sabe a qué aferrarse, es como si estuvieras en una gran tormenta, tratando de flotar en un inmenso mar, y no divisas nada, ni siquiera un pedazo de madera para agarrarlo y tener esperanza que el mal tiempo pasará.

Hay momentos en que quienes te quieren te apoyan y ayudan a superar los malos tiempos, sin embargo, hay duelos que no quieren ser olvidados, que insisten en estar con uno.

Hay momentos en que uno se cansa y ya no quiere más, es como si el alma se te durmiera y simplemente no quiere despertar.

Y cuando el agua ya se te empieza a meter por los pulmones, cuando los calambres y dolores te dejan poca fuerza para moverte, cuando ya tocas fondo, divisas no un pedazo de madera, no un buen flotador ni un helicóptero de salvataje, ves a alguien especial, ves que nunca estuviste solo, que la vida sólo te estaba probando, que si querías ganar debías perder, que si querías ser feliz debías valorar la felicidad, que el inmenso mar era sólo un charco de agua… ves a alguien especial.



Pero hay tormentas que duran mucho… ¿será el cambio climático?