jueves, 15 de mayo de 2008

EL SER EXTRAÑO

Hay muchos tipos de personas. Pero el “ser extraño” es escaso, diría que único. Aun así es muy posible que puedas identificarlo. Si miras con detalle, si observas por varios días, cual fotógrafo de National Geographics en la sabana africana, talvez tengas suerte y encuentres alguno. Aunque posiblemente no encuentres ninguno, porque es extraño por definición y trabaja conmigo.

Él está siempre atento. Nunca llega a la misma hora, evita repetir su vestimenta y su look es cambiado permanentemente. Es muy detallista, al extremo de rehacer su trabajo hasta encontrar la perfección. Es de pocos amigos, talvez no tenga ninguno. Solitario. Parco.

Él está siempre atento. Habla lo justo y necesario, y por lo que he sabido sólo con unos pocos elegidos ha entablado una conversación más allá del simple trato laboral. Por momentos escribe como poseído por el Skype, pero nunca he averiguado a quién le dedica su escaso tiempo no destinado al trabajo. A veces sonríe solo frente a la pantalla del computador, apagado. Es analítico, calculador, estructurado pero a la vez imprevisible.

Él está siempre atento. Su humor es sarcástico y extremadamente negro. Ríe cuando otros no lo hacen. Le cargan los papeles. Es ecológico, escucho sus reclamos contenidos cuando un despilfarrador de recursos naturales se le cruza por delante. No tiene mascota. No tiene segundo nombre.

Él está siempre atento. No tiene televisión por cable, ni plan de telefonía celular. Siempre lo sabe todo y es superior al resto. Usa calcetines negros. Sale a almorzar puntualmente a las 13:03pm. Nadie sabe donde vive ni si hace algo fuera de la oficina.

Él está siempre atento.


Durante todos mis años en el trabajo, el “ser extraño” nunca me había hablado, sólo me hacia, diariamente, un gesto con una de sus cejas que yo entendía como un saludo. Pero lo más extraño de todo, que aún me tiene perplejo, es que hace un par de días me miró fijamente y me dijo “somos iguales”.


Mis agradecimientos a Kiuo por la inspiración.