sábado, 11 de octubre de 2008

EL HOMBRE BONSÁI

Él creía ser un hombre normal. Pero un día se dio cuenta que sólo era un hombre bonsái, cuyo dueño era el destino. Al igual que un bonsái el objetivo era mantenerlo pequeño, pero vivo.

El primer paso fue ponerlo a vivir en un departamento pequeño, de sólo unos 30 m2. El hombre bonsái había pasado su vida anterior en casas grandes, con mucho terreno en el patio. Y de un momento a otro se vio seudo encerrado en este pequeño, pero acogedor, hogar. Sin embargo, el destino notó que el hombre bonsái mantenía su tamaño, no se achicaba. Ante esto, cuando supo que el hombre iba a comprarse un auto, se alegró, podría meterlo en un citycar, de esos con rueditas pequeñas. Pero el hombre bonsái era fanático de los autos, y quería adquirir uno grande y deportivo. El destino hizo su papel, y si bien no logró meterlo en un auto muy pequeño, sí lo dejo en uno bastante estrecho.

Al poco tiempo, nuestro hombre bonsái decidió que era tiempo de cambiarse de trabajo. Otra oportunidad para que el destino actuará. Y así fue. El hombre bonsái paso de una gran oficina, tamaño gerente, a una oficina tamaño “gran holding”, o sea, muy pequeña. Además para llegar a esta oficina el hombre bonsái debía utilizar el metro, en el cual los hombres bonsái van apretaditos para evitar su crecimiento, como sardinas enlatadas.

Aparentemente el destino empezaba a lograr su objetivo, el hombre bonsái bajo unos 5 kilos y su estatura disminuyo unos 2 mm. Pero el destino quería un hombre bonsái de exhibición, pequeño no sólo de tamaño sino también de sueños y de ideales, en otras palabras, pequeño de alma. Para lograr esto envió sucesos y pensamientos que le permitirían achicar el alma del hombre bonsái.
El era un hombre normal. Pero un día se dio cuenta que sólo era un hombre bonsái, cuyo dueño era el destino, el cuál ahora estaba en la etapa de achicar su alma. El hombre bonsái recordó que era libre. Enfrentó al destino, le dijo que podía aguantar que achicara su cuerpo, pero su alma, jamás. Así que retomo las riendas de su vida, con lo cuál el destino lo perdió como hombre bonsái.

El destino quedo muy enojado. Eran pocos los hombres bonsái que se revelaban. Éste, además, le estaba quedando bastante bonito. Así que se prometió buscarle a la brevedad un reemplazante, alguien con alma débil, ya que esto facilita el proceso.

Así que, querido lector, te recomiendo que cuides tu cuerpo y tu alma, no vaya ser cosas que el destino te vea y te atrape.

Carpe diem.

4 comentarios:

Kiuo dijo...

"Se podrán mover algunas hojas pero siguen firmes las raíces..."
A.P.
Saludos amiguito.

Anónimo dijo...

Sabía... que no te quedarías...

Anónimo dijo...

hasta cuando esperaré¿¿???

Pato dijo...

y ya no escribes????