martes, 22 de mayo de 2007

LA RENGA: ¿LOS MISMOS DE SIEMPRE?

El sábado recién pasado me destiné feliz al concierto de uno de mis grupos musicales favoritos: La Renga. Ya había ido a uno de este grupazo, excelente, el año pasado.

Fui solo, cual lobo estepárico en la inmensidad de la “montaña roja”, a disfrutar del rock, porque lo acepto… “me gusta el rock, el maldito rock”.

Mientras caminaba por la “ruta 40” hacia la cúpula del Arena Santiago, ésta se veía lejana. Estaba a pasos del “ojo el huracán”.

Lo primero que me llamó la atención fue la gran cantidad de mujeres presentes, algo que me pareció muy bueno pues el rock no tiene género. Estimo que un tercio del público eran mujeres. (Ya volveremos sobre este punto y veremos cómo uno puede cambiar de opinión en una hora).

Se inicia el concierto con los teloneros (“Silverjack” creo), que no provocaron nada en mi, salvo que escuche en la letra de una de sus canciones algo así como “tomo cerveza, y no se va a acabar, porque hay en el bar”.

Silencio…unas imágenes, un aguila…
La Renga en Chile…

Me empujan hacia atrás y pierdo mi ubicación privilegiada y luego mucha gente hacia mí, sacan a una pendeja desmayada y luego salen más minas, entonces pienso, ¿para qué traen a las pololas estos papanatas o bien para que las mujeres se ponen adelante en cancha si no aguantan el calor y los empujones (además de algunos otros hombres con el mismo comportamiento)?.

El concierto sigue su curso y como quedé en la zona de salida a los baños, todo el concierto entran y salen papanatas transpirados hasta las pestañas. Además estos papanatas ni conocen muchas de las canciones y están pasados a copete y volados, o sea van a puro pelusiar y no dejan que los verdaderos mismos de siempre disfruten a este gran grupo argentino.


El sonido muy saturado: el gusto de estos sonidistas de preferir el nivel de volumen a la fidelidad. El bajo casi ni se escuchaba. Débil el sonido, y eso que el Arena Santiago se supone tiene buena acústica.

Pero La Renga en si, con Chizzo al mandó, dio un buen concierto. Tocaron unas 10 canciones de su nuevo álbum “Truenotierra”, destacando las excelentes “Almohada de piedra”, “Montaña Roja” y, la aún mejor, “Mujer del Caleidoscopio”. Pero claro estos papanatas rockeros de poca monta no se sabían las canciones y se dedicaban a mojar sus largas cabelleras en los baños interrumpiendo mi estado de trance.

Llevábamos unos 2 minutos de la canción “En el baldío”, cuando la música para de golpe, silencio. Chizzo señala lo que todo buen renguero sabe: unos papanatas habían encendido una bengala. Menos mal que Chizzo no se calentó y no dejó hasta ahí no más el concierto. (Hace unos años, en un concierto en Argentina una bengala provocó un incendio y murieron como 200 jóvenes, ante eso La Renga no acepta este tipo de estupideces en un concierto).


“El revelde”, “Balada del diablo y la muerte”, “Panic Show” (que pedazo de tema), “El hombre de la Estrella”, “Reíte” (tema que no tocan normalmente y que por lo mismo los papanatas no lo conocían), “El ojo del huracán”, “A tu lado”, “La razón que te demora”, “El final es en donde partí” y “Lo frágil de la locura” son alguno de los temas “antiguos” que tocaron. Excelente.

Era hora de despedirse “hablando de libertad”…

Hice un lugar en el refugio de mis sueños
Y guarde ahí mi tesoro más preciado
Donde no llega el hombre con sus jaulas
Ni la maquinaría de la supervivencia

Caminando de regreso a casa concluí que el concierto no fue tan bueno, no fuimos los mismos de siempre, o yo no los percibí, o mejor dicho llegó gente nueva. Queda la esperanza que para el próximo concierto, esta gente sea y se sienta de verdad parte de los mismos de siempre y no sea sólo moda ir a ver a estas leyendas vivientes del rock.

Aunque yo creo que este concierto quedó a años luz del anterior simplemente porque ese 18 de enero del 2006 fui con mi hermano. Y fuimos felices. De verdad fuimos muy felices los dos juntos, rockeando, moviendo la cabeza, compartiendo algo que es tan difícil de explicar, sintiendo la música en compañía de un alma amiga, compartiendo ese amor que mantenemos con unas pocas palabras al año.

“El corazón tiene razones que la propia razón nunca entenderá”.


Si quieres leer este texto en la versión no censurada debes cambiar “papanatas”, “pendeja”, “minas”, “pololas”, “pestañas” y “sonidistas” por “WEAS”. Además toda otra palabra que suene cursi debes cambiarla por “WEA” o sus conjugaciones. Te recomiendo hacer este ejercicio.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Suele pasar que en las actividades culturales evoquen personas las cuales por estar efímeramente en el chilenensis tradicional llamado “oyó del queque” o su sinónimo “donde quema u/o calienta el sol”, así que no es extraño presenciarlas en distintas actividades como reuniones extraprogramaticas, casamientos varios, y una que otra actividad cultural. Aun así se considera el estado interpersonal de las personas que acuden siendo beneficiadas en cierto grado como… una chelita mas, el abrazo querendón y otros regalitos varios, en el caso de esta actividad cultural la renga toca para los mismos de siempre y las personas que asisten sin ser invitadas solo son inertes que no saben ni ellos mismo que hacen ahí. En si solo queda la satisfacción que ser parte de una comunidad que no es por moda u otros intereses y solo nos une el sentimiento difícil de explicar y menos de dejar provocado por esa música.
En mi caso el sufrimiento que embarga mis sentidos al saber que faltaba uno de los mismos de siempre pero que a pesar de todo cuando mi grupo este en un grado de poder voy a poder tomarme una cebada con el mismísimo chizzo y por supuesto invitare a quien me inicio en la buena música y me mostró el lado mas precioso de la música “La Renga”

Kiuo dijo...

Estuvo muy rebuscao para ser el review de un roker k fue a un concierto de su favorito.
Medio mamónsuelo termina el mismo abrazado del hermano con pensamientos sodomíticos e incestosos en el flash back tipo Lost relatado... pero en fín. Hice el ejercicio de cambiar las palabras por "weas" y creo k habría kedao mucho mejor de esa forma.

A veces la complejidad de la simpleza es más agradecida por el lector.
He dicho.